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El control en la ruleta

25 enero 2011

Los aficionados a la ruleta saben que deben aceptar una serie de pérdidas para obtener alguna ganancia razonable. La mayoría piensa además, que tienen todo bajo control, porque saben en qué momento abandonar el juego, cuando las pérdidas dejan de ser aceptables.

Para algunos jugadores, “saber cuándo dejar de jugar” significa jugar mientras ganan y dejar de jugar cuando comienzan a perder. Este estilo de juego permite preservar las ganancias y limitar las pérdidas. Por lo general, tendrán alguna gran ganancia que les permitirá soportar pérdidas menores.

Para otros, será guardar las ganancias pero seguir jugando cuando pierden, con la esperanza de tener otra racha ganadora que les compense lo perdido. Este estilo también puede dar buen resultado, ya que las rachas perdedoras largas no son frecuentes y, mientras haya pequeñas ganancias consistentes, se puede recuperar dinero.

Sin embargo, son relativamente pocos los jugadores de ruleta que adhieren plenamente a uno de estos estilos. La mayoría de los jugadores navegará entre ambos durante una misma sesión de juego.

Nicholas Barberis, investigador de la Universidad de Yale, tiene la teoría de que los jugadores de ruleta se manejan según algo llamado “teoría de la posibilidad acumulativa”, cuando de ponderar riesgos se trata. Este comportamiento se basa en el hecho de que los jugadores se manejan con una “impresión” o “intuición” de sus probabilidades, más que con una evaluación objetiva de las mismas: los hechos de baja probabilidad real son subjetivamente considerados como más probables de lo que realmente son, y viceversa.

Del mismo modo, la valoración de las ganancias se considera de modo subjetivo: un aumento de ganancias de $1000 a $2000 se considera menos “valioso” que uno de $0 a $1.000. Esto provoca que, a medida que sus ganancias suben, los jugadores de ruleta y otros juegos de casino comiencen a correr más riesgos. Pero, por otro lado, los jugadores se muestran, en general, más sensibles a las pérdidas que a las ganancias: así como el placer de ganar disminuye cuanto más se gana, la desilusión de perder aumenta cuanto más se pierde. El jugador no admite la derrota y busca recuperarse como sea.

Uno de los enigmas que corroe a los jugadores de casino es el no poder saber qué hubiera pasado si, en lugar de dejar de jugar, hubiesen continuado en la mesa: quizás hubieran ganado una pequeña fortuna si hubieran seguido jugando en esa mesa de ruleta caliente y abandonando cuando comenzaba enfriarse… De hecho, al abandonar la mesa alteramos el futuro del juego. Por lo tanto, el “qué hubiera pasado” en realidad no existe.

Todo se trata de una decisión que debemos tomar sin arrepentimientos.

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